Encuentro de pulpas

Carolina Atencio

No en todos los encuentros con gente de la danza, una se va con la propuesta abierta de volver a encontrarse para bailar. Y no solo la propuesta, sino que la propuesta se concrete.

A veces las presencias y las palabras tejen esos caminos abiertos a la escucha de que no hay verdades absolutas en cuanto definir pedagogías o qué es danzar.

Ecosistema de diversidades con sus especificidades.

Trazar intersecciones muchas veces es el camino más complejo en esta falsa libertad que impone el neoliberalismo. “Libres” pero desconectados a pesar de que estamos en un mundo supuestamente hiperconectado por la tecnología.

Intercedernos en la incomodidad y comodidad. Bailar como pulpos más que como pajaritas que mueven la cabeza evitando mirarse. Para mí, fue un encuentro de “pulpas”, más allá de que en algún otro momento de la noche hubo alguna que otra pajareada.

Danzas de palabras, de caminos, de planetas creando galaxias más que planetas absolutos. Intersecciones más que cúmulos de conocimientos. Para acumular ya está la bodega de casa. Encuentro de “pulpas”… ¡Que se repita!

Amelia Poveda

Quizás, mi impulso para realizar este video fue presentar las otredades con las cuales, en este momento, realizo y replanteo  mi danza. Sin embargo, me es importante distinguir entre danza y baile porque lo que consideramos ahora danza puede muy bien encajar en baile; mientras que un abrazo, ser tan presente, para tejer una danza. Entonces, no es fácil llegar a una charla con colegas y ex funcionarias de la institucionalidad cultural con distintos caminos y perspectivas de la danza y aparentes certezas. Entonces pienso que pesa mucho el pasado y todavía se presenta cada búsqueda, en una suerte de analepsias, para dibujar una cordialidad de un nosotros conjunto que se encuentra lejano.

Camila Enríquez

Yo soy desertora de la academia. 

En el pasado pensaba que era un fracaso ser desertora de la academia, sin embargo, cuando lo repienso en la actualidad creo que quizás fue uno de mis más grandes aciertos en el sentido de que la academia quizás hubiera matado a mi espíritu. Veo que los que se graduaron de la escuela en la que estudiaba, o ya NO bailan o tienen pequeñas academias de danza donde reproducen las mismas aniquiladoras pedagogías con la que ellos aprendieron a “bailar”, tratando de homogeneizar y maltratando a los alumnos para que aprendan una cierta “técnica”, matando así a lo creativo en cada individuo y al espíritu danzante. Por lo que creo, en cierta medida, fue un acierto el desertar de la academia, porque intento cada día encontrarme con mis propias coherencias corporales, no dejando de lado a la técnica que me permite ordenar el movimiento. El problema no es la técnica, el problema son las pedagogías con las que se transmite la técnica que, a veces, y en muchos casos, es una mala técnica y atrofiante.

Tamia Guayasamin

Yo solo soy quien soy (en un) camino desafiante para llegar a conocerme. (Un) espacio para ser (con una) manera de comprender el mundo (en el que) todo baila (desde) la huella de la singularidad.

Carolina Váscones

En el útero cabíamos muchas.

Siempre es hermoso estar rodeada de seres que escogen vivir en el movimiento.

Cada una con lo suyo.

Cada una moviéndose.

Muchas moviéndonos.

Eso es belleza.

La belleza de ser en movimiento junto a otres.

Carolina

Valeria Andrade

La danza de las preguntas
Bailar puede ser algo muy íntimo, como el cúmulo de experiencias atravesadas por procesos muy internos de comprensión de la configuración corporal, del movimiento, de la relación con la gravedad, la vivencia del espacio y del tiempo, tanto en la escala de un fraseo como a lo largo de una vida. La danza es un lenguaje personal, singular, que abre el entramado de significados en el mundo; pero cuando pienso en sus pedagogías, surgen muchas preguntas. ¿Se puede enseñar a bailar? ¿Qué puedo aprender del otr@ a danzar? ¿Cómo trasmitir esa experiencia tan íntima? ¿Cómo sistematizar la configuración personal? ¿Qué se puede integrar en la enseñanza? Por ende, lo que es más complejo: ¿qué queda por fuera?

En el proceso de enseñanza-aprendizaje, hay dos grandes dificultades, hablando en términos foucaultianos: es inevitablemente una relación asimétrica de poder e implica una forma de disciplinamiento, más aún cuando está dentro de un sistema de formación académica. Desde este punto, me parece que caben más las preguntas que determinantes respuestas. ¿Cómo la relación docente puede ser política y no coercitiva? ¿De qué modo el maestro ignorante, en términos de Ranciere, se puede desarrollar en la institución académica? ¿Cuál es el lugar de la gentileza, pensando en términos de Paulina Peñaherrera, dentro de un sistema que nos avasalla, que precariza nuestras vidas en horrendas escalas?

En segundo lugar, creo que es muy necesario dar nuevos significados a lo que puede ser la disciplina, aunque suene contradictorio. Si bien ésta es, en un punto, limitante, coercitiva, en otro es generadora también, porque la experiencia del logro de las destrezas técnicas está inscrita en el placer, en el goce. Tal vez cabría preguntarse: ¿cómo generar procedimientos reflexivos y críticos? ¿Cómo se pueden abrir caminos para que las generaciones que vienen exploren con amplitud su libertad integral en estas estructuras que constantemente se cierran? ¿De qué formas se pueden propiciar metodologías que abran posibilidades de transformación comunitaria?

Me gustan las preguntas porque son una invitación a pensar respuestas siempre provisionales, que se van transformando en el encuentro del diálogo. Tengo principios con los cuales organizo la cotidianidad en sus múltiples dimensiones. Bailar se extiende en cada aspecto de la vida: emociones, sensaciones, sentimientos, pensamientos, acciones danzan en mi día a día prestas para crear condiciones de conexión sensitivas que abran posibilidades variadas de vivir el mundo.

Fotografía: Maricela Rivera

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