Camila Enríquez

La danza me habita desde que tengo 16 años; son 21 años de dejarme tocar por el movimiento bailado. Respiro y entiendo al mundo a través de las sensaciones. El lugar del diálogo pre verbal con otros cuerpos que bailan y que miran; me enriquece el espíritu. Ese lugar donde la emoción, la intuición y la carne están inhalando y exhalando. Así ha sido mi caminar por el mundo. Veo que, en realidad, es mi cuerpo el que dialoga con el mundo más que mi mente y mis conjeturas lógicas; es mi piel la que me avisa sobre las personas, sobre las lecturas, sobre el paisaje. Es mi cuerpo reflexivo el que me hace vivir.

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