Danzar es filosofar. Relaciono mucho la danza con toda forma de reflexión, pensamiento y meditación, pues todo aquello que sucede con mi cuerpo es parte de mi danza en tanto que me constituye. Uno de mis maestros dijo alguna vez: –así en la danza como en la vida– y sentí que aquella frase le dio sentido concreto a todo lo que venía pensando en el camino sobre mi práctica de movimiento o mi práctica en movimiento.
Me gustaría partir resaltando la diferencia entre dos términos que, aunque sinónimos, no refieren exactamente a lo mismo. Danzar y bailar. Básicamente ya que creo que sí es posible enseñar a bailar: se muestran los pasos, se pone nombre a los movimientos, estos se repiten y se afinan según la concepción previa de alguien, y se adapta algo de música al contexto con una finalidad quizás un tanto más social que artística. Pero para danzar se requiere una consciencia más profunda de los procesos involucrados en la acción física a realizar, una escucha más afinada del ser que está en esa búsqueda e incluso un desligarse de entornos argumentativos sonoros, visuales, etc.
Dentro de mi práctica como docente me he cuestionado además el término -enseñar- porque pienso que la danza, más que enseñar-se, debe revelar procesos, abrir caminos, mostrar opciones e inducir a la investigación personal y autónoma. También amo bailar y suelo expresar mi admiración por aquello que bailan socialmente mis estudiantes, pero cuando estoy guiando una sesión de danza procuro escapar de los movimientos calcos y mímicos y, en cambio, guiar exploraciones propias e instar a la creatividad y al descubrimiento. Lo técnico se enseña y se aprende, y hace parte de las herramientas; sin embargo, no debería opacar la voz del cuerpo.
Hoy aprendo desde el cuerpo, con el cuerpo, con mis emociones, con lo que me alimenta, con mis viajes, con mi hijo, con las interrogaciones de mis estudiantes, con aquello que anoto, con lo que olvido, con lo que me conecta y con lo que me descoloca y me rompe, para volver a empezar. Y aprendí, ya en pasado, escuchando y explorando más de lo que me atrevía a preguntar.