Intertextualizar la danza / herramientas para una ordenación coreográfica

Por: Amelia Poveda
Sobre la experiencia en la Universidad de Cuenca el día 21 de abril de 2022.


Muchas veces deseamos crear algo para que resuene de manera polifónica. Muchas veces proponemos situaciones para que la vida se manifieste; pero se nos revela algo sencillo y a la vez trascendente. Muchas veces, las cosas resuenan de manera diferente a la esperada; no obstante, la Danza crea situaciones que, inclusive en su repetición, nunca son las mismas, -como lo dice Jean Luc Nancy- y que son tan profundas como trascendentes; que se revelan desde el cuerpo. Es por esta razón que escogí realizar un ejercicio que proviene de las artes plásticas y que llena de sentidos la contemplación, no sólo de la danza, sino del movimiento y que, además, introduce a la composición.

Este ejercicio permite la lectura y el reconocimiento del Espacio como una alteridad que se dibuja en planos y niveles de manera multiplicada, y que determina a la Danza como un arte bellamente complejo.


The negativ, como lo llamaba Susan Rethorts, en las artes plásticas es conocido como fondo y figura, de manera que lo llamo “el ejercicio del revelado” para darle un sentido de algo que se manifiesta en ese instante como un conjunto de posibilidades. Es el ejercicio con el cual el objeto en sí no puede ser leído sin la mención de la percepción del sujeto sobre el Espacio. Es un ejercicio para apreciar la Schöne Form que promulga la Bauhaus o para desempolvar lecturas encriptadas. Es como un giro copernicano, no en el sentido radical de cambio, pero que deja al Espacio como una otredad a considerar en la composición coreográfica e interpretación dancística; como una alteridad que también danza, que se transforma con los ritmos visuales que producen los trazos del movimiento, aparentemente como certezas, mas completamente inaprensibles.


Este ejercicio lo he aplicado con diferentes grupos etarios y, muchas veces, es el primer ejercicio con el que comienzo, por el gozo de movimiento que despierta y porque abre dimensiones donde se potencia al cuerpo, a la corporeidad y corporalidad con el Espacio. Tanto en la Unam como en San Luis Potosí o en el Sótano de Nijinsky en Quito, este ejercicio prepara la ejecución del movimiento con un cierta densidad que hace posible la atención a la experiencia danzada y a su posible trascripción. Son varias las personas que emprenden la tarea de escribir la danza desde las voces primarias, como la Maestra Hilda Islas con el Maestro Serafin Aponte en México o como lo ha realizado Raymund Hogge acompañando al Wuppertal Tanztheater. Así, cada vez que realizo este ejercicio encuentro más actividades con las cuales sus resultados pueden plasmarse de manera objetual o en un soporte como un papel. Es como intentar realizar otros relatos más allá de la palabra y que, en lo profundo, son una propuesta política que enfrenta a la investigación sobre las artes con la investigación acción. Más allá de encontrar lugares para problematizar la danza misma, transparenta lugares estéticos con los cuales insisto en colocar al Arte como un espacio plenamente espiritual, pues los misterios se manifiestan y hacen que la vida adquiera varios sentidos.


Evidentemente, no sólo para la persona que contempla se abre un espacio de cuidado con el otro, otra u otre que comparten el Espacio y la Danza. Se construyen dos dualidades para contrastar y movilizar la clase en su conjunto, como un adentro y afuera, completamente distintos y definidos en un mismo estadio que permiten, además, entre la dualidad, admirar un sinnúmero de diversidades que fungen como un apoyo necesario y descriptible que afirma una otra naturaleza de la danza, con una sabiduría que se reconoce plenamente en el cuerpo. Es un ejercicio donde se evidencia lo ontogenético y filogenético del movimiento y que combina lo abstracto y lo concreto. Para mí, lo más relevante es que permite expresar al lector del movimiento su percepción personal de lo que se le ha manifestado. Más allá de una aprobación, de un me gusta o no me gusta, este ejercicio invita al lector del movimiento a encontrar sus propias palabras para describir su habitar la danza.


Aunque el ejercicio se construyó con un énfasis para contemplar, me llamó la atención la división aristotélica y jerárquica que se dió entre los que realizamos la clase y los pocos profesores de la universidad de Cuenca que observaban en silencio. No sé si esto tendrá un eco, pero creo que la respuesta de los estudiantes fue muy anhelante para mi trabajo. Por largo tiempo, las palabras finales de los estudiantes y el maestro invitado Javier Contreras fueron parte de mis reflexiones; sin embargo, entiendo el hermetismo de los maestros pero ¿cuándo las creadoras tenemos oportunidad de compartir con la academia ecuatoriana? Por otro lado, estoy agradecida porque debo reflexionar y recordar cosas que me eran importantes en Tapies y su ensayo  “Comunicación sobre el muro (1971) donde se invita al lector a retornar y avanzar a unas metas inesperadas con “el poder evocador de las imágenes” (1971) y todo aquello que aparentemente fue efímero en la danza. Importante también es que se puede intertextualizar con la filosofía, pues hay puntos de problematización y “ventanas  epistemológicas que genera la danza para vincular perspectivas teóricas” como las menciona Javier Contreras. Inclusive, para contrastar con lo corpóreo o lo enunciado por Kant y Husserl sobre el tiempo y el espacio (Kant desde un imperativo categórico universal, muy discutible por cierto, y  Husserl desde un moviéndonos subjetivo con el tiempo y el espacio). Así, la danza articula espacios de preguntas éticas que se confrontan con la moral.

Foto: Alterego

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