Una mujer vestida de rojo bailando

Carolina Atencio

Nombrar caminos. En este ejercicio de nombrar caminos siento que son muchos mis caminares; desde el cemento mismo en el que nací hasta los viajes que hice y me llevaron a pisar caminos de texturas diversas. Desde hace diez años dejé de vivir en el lugar en el que nací, soy de la ciudad de Bs As, Argentina. Desde hace ocho que vivo en Ecuador. Migrar me lleva a bailar todas esas tierras. Mis pies bailan todo eso, por eso me siento muy cercana a la consigna de Hijikata (creador de la danza Butoh) -yo nunca dejaré la tierra, es en la tierra que yo danzo-.

Mis primeros contactos con el bailar los encuentro en recuerdos de pequeña; el balcón del departamento en el que vivía con mi mama, encerrarme ahí con los auriculares y bailar escuchando música; también treparme por las paredes y jugar a que reptaba disfrutando de experimentar mi cuerpo moviéndose. Sentires muy contrapuestos a los que vivía cuando iba al colegio y me tocaba encontrarme con el rigor corporal de la educación física impartida en las clases de deportes. Yo, por el contrario, quería reírme, burlarme y molestar con mi cuerpo. Creo que esta dicotomía me acompañó, muchas veces, en mi camino en la danza. Bueno, las famosas oposiciones que potencian la danza. De más grande, comencé a tomar clases: desde la expresión corporal, danza clásica, danza contemporánea, técnicas somáticas, improvisación y Butoh (actualmente). Deseché muchas cosas, me quede con otras, tomé caminos donde buscaba certezas para bailar y, luego, caminos donde me dejaba bailar por la pregunta. Sigo bailando. ¿Qué es la danza? No sé lo que es la danza, ¡y al mismo tiempo puedo decir un montón de cosas! Una vez leí esta frase que la vivencio mucho en mi camino: -¿Que es la danza? No lo sé, por eso bailo-.

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