
Valeria Andrade Proaño
Soy una mundana iconoclasta que todo lo resuelve en la conciencia de la corporalidad. Amo bailar desenfrenadamente en todas sus formas, porque es mi modo de existir y dar sentido a las cosas del mundo.
Entiendo la existencia como una total profunda diversión; tal vez porque mido 151 cms, para mí, todo tiene que ser divertido, solo ahí encuentro el aprendizaje cada momento.
Vivo la madurez como la plenitud de experimentar todas las edades de la vida, en cada día:
juego,
caigo,
tambaleo
bailo a gritos,
carcajeo ruidosamente,
veo las cosas desde la borrachera aflojando los límites apropiados del comportamiento,
yerro.
Voy rumba a los 50, porque celebro cada uno de mis años, ni uno menos; redescubriendo el cuerpo que se transforma con una subjetividad que se conoce, se comprende y se libera.
Mi deseo es puro y está intacto; como el recuerdo de nacer, abrir los ojos y poder ver el mundo, siempre con asombro.
Mi voluntad sigue urgente, arma y desarma la materia.
Mi corporalidad cambia y abrazo esos cambios porque puedo comprender sus recorridos físicos, mentales, emocionales, energéticos, sustanciales, vibratorios que se extienden en el tiempo.
Mi conocimiento se construye a partir de todas sus presencias: mi hija, mis sobrin@s, mis herman@s, mi madre, mi padre, mis familiares, mis amiwis… tod@s ustedes constituyen la enunciación de mi primera persona.
Mi sentido de felicidad es, sobre todo, un sentimiento de gratitud.
Estoy para compartir lo que he aprendido a fondo; nunca voy a decir a nadie lo que tiene que hacer, pero me encanta compartir de muchas formas aquello que sé.