Apuntes sobre una clase de Jorge Parra Bailar con alma...

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Solicita a sus alumnas que desplieguen sus articulaciones, ellas se toman un tiempo para estirarse, abrirse y moverse libremente. Luego, propone un movimiento global de la columna, abriendo los brazos. Muestra el movimiento, lo hace al mismo tiempo con el grupo. Una música acompaña la clase que sigue con sus manos mientras cuenta los tiempos. Propone otro movimiento, se acerca a una alumna y le da una explicación a través del tacto.

Pide que ocupen el espacio y que cambien de dirección para abordarlo.  La música es cadenciosa, a un ritmo lento. Luego propone una percusión y solicita que sientan el cambio de ritmo en su cuerpo, nuevamente a ritmo lento. Caminan por el espacio mientras Jorge les solicita que tomen en cuenta las sensaciones del cuerpo, en relación al ritmo, rápido de nuevo y muy rápido, además del espacio, arriba, abajo y suelo.

Pide presencia de brazos en el espacio; ¿Cómo se mueven? ¿Cómo flotan? ¿Cómo se suspenden? La música colabora para despertar esta posibilidad de suspensión. ¿Qué es suspender? Luego de experimentar con varios cambios de ritmo, se quedan en el piso sintiendo como el cuerpo va entrando en reposo, escuchando su respiración. La música es un material muy importante en una clase de Jorge.

Centro

Propone un trabajo con las manos para explorar  el espacio. Dejarse guiar por las imágenes que èl sugiere para alcanzar lo que pide su clase: entrar en relación con el cuerpo, sin interrumpirse por una situación de fuera, el pelo o la vincha o la ropa. les pregunta, ¿cómo integrar el afuera al movimiento? Habla de lo gestual, que considera esencial para la improvisación.

Se detienen, respiran y vuelven a ejercitar la sensación, la pausa. ¿Qué es la pausa? Pide quietud, movimiento sin movimiento, solo respiración, están echados en el piso sobre la espalda. Hemos trabajado para que el cuerpo se encuentre con sus posibilidades, su potencia, de manera simple, menciona Jorge.

Trabajo de alineación

Marca ejercicios, arriba, abajo, flexión de columna, hacia abajo, hacia arriba, suelta. Pide que sea suelto; estira, flexiona, luego va al piso, rueda hacia el piso, hacia atrás, piernas hacia atrás. Hay suspensión. Les solicita que se queden en relevé con brazos arriba, que sientan el centro. Luego se acuestan sobre la espalda.

Siguiente, propulsa y eleva, toma en cuenta el centro que antes trabajó. Eleva brazos y se quedan en relevé, bajan talones, llevan pelvis hacia atrás, inclinan espalda, van al piso, ruedan, suspenden piernas y pies en el aire, regresan, se ponen de pie a la vertical, sube una pierna flexionando rodilla. Suspenden, cambian de dirección, inclinan espalda, hacen una figura con la espalda a la horizontal, una pierna al aire en equilibrio,luego,  en segunda posición,y  regresan.

Última parte

 Ensayo de una frase, Jorge menciona:

[…] Recuerdo entonces que para mi felicidad, la danza se distinguía, no precisamente por aquel cuerpo que más subía la pierna al techo, sino quien bailaba con alma, con sensibilidad, con algo propio que se distinguía de la masa, por algo único, así fuera la frase más simple o compleja.  Identifico que el cuerpo se está entrenando para bailar. Es un estudio; ¿Dónde está el cuerpo? ¿La persona? ¿Quién baila? ¿Para quién baila?

Finalmente, Jorge solicita a cada unx escribir en su cabeza una frase poética, una palabra, una imagen y les pide que la pongan en movimiento. Lo primero que venga. Bailan.

Por Paulina Peñaherrera y Gabriela Paredes, noviembre 2020, vía Zoom.

  

Ecos:

“Soy Vanessa Guamán,

Ser parte de las clases de Jorge Parra me ha permitido tener una experiencia y conciencia corporal y humana. Entendí que el cuerpo no miente, que el: -mañana mejor lo intento y lo hago- es una pérdida de tiempo y un desgaste innecesario. Palpé que un cuerpo es extraordinario cuando decide serlo, sea cual sea su posibilidad de flexibilidad y por lo tanto, un cuerpo decidido es un potente creador” (2021).

“Soy Maribel Domínguez,

He bailado desde los siete años, me formé con la idea de que los maestros de danza eran personas poco amables y comprensivas con las condiciones físicas de cada alumno.  Las clases de Jorge Parra desafiaron mis ideas sobre la danza y mis ideas sobre la enseñanza de la danza. Gracias a su guía he visto progresos amables con mi cuerpo, sin lesionarlo y a la vez, entendiendo la inteligencia que el propio cuerpo tiene para enfrentar sus limitaciones y llegar a nuevas exploraciones. Dentro de las reglas formales de la danza, (reglas que considero importantes) mi cuerpo cumple un cierto nivel de virtuosismo, sin embargo, ha sido en las clases con Jorge y el proceso de laboratorio y exploración que entendí que esas percepciones de virtuosismo pueden colapsar y crearse otras, siempre con la disciplina y constancia que el trabajo corporal exige, más aún en los tiempos que corren, donde todo parece que se logra por arte de magia.

Las enseñanzas de Jorge me mantienen ese recordatorio: La danza sigue siendo un ejemplo de constancia, tanto a nivel de entrenamiento, como a nivel de creación y esa constancia se logra con la guía de un maestro que acompañe, que plante, que proponga y que guíe al estudiante a buscar su propio virtuosismo. Eso es lo que encuentro en Jorge. Como ser humano que mira su vida a través de la danza, cada año me siento más en paz con mi cuerpo, con la danza, con mi creación y con mi faceta de artista (2021).

 

“Soy Michelle Mena,

Primero fui su estudiante en la casa de la cultura, luego en el Centro Cultural Sarao, hace treinta y tres años, junto a él y ahora sigo siendo su aprendiz y compañera de danza.

No hay duda de que dentro de la pedagogía de Jorge Parra, hay millón posibilidades de trabajar, la enseñanza ha sido aprender desde la imposibilidad, conocer la riqueza de una fabulación para la creación propia, hasta ponerlo en cuerpo y en escena, encontrar una riqueza simbólica en la creación, en un espacio muy reducido, y empoderarme de mi trabajo hasta llegar a las últimas consecuencias, a creer que soy capaz, que al fin es cuestión de actitud. Todo eso y más es Jorge Parra, esa persona que inyecta energía y positivismo en sus clases y también fuera; y, algo mucho más importante que todo, es un extraordinario ser humano, un maestro íntegro y un luchador que cree firmemente en lo que se propone y no se detiene hasta lograrlo, en conclusión, es mi compañero, mi padre y mi mentor.” (2021)

 

“Soy Mario Suárez,

La forma, método, estrategia, o laboratorio de investigación que lleva Jorge Parra en sus clases han hecho posible que un hombre de 27 años que nunca en su vida había hecho danza o teatro físico se convierta en un actor y danzante hoy después de diez y siete años de seguir indagando y trabajando en el espacio.

El segundo punto son las posibilidades de nuevas lecturas, nuevas formas de habitar los espacios no convencionales, tanto para el entrenamiento como para la creación y exposición de trabajos, y la riqueza de saber dialogar con otras artes para conseguir producciones híbridas únicas, convirtiendo un comedor, en una sala de entrenamiento y un departamento en un escenario para presentar performance en diálogo con cineastas, artistas visuales, músicos.

El tercer punto y el más importante es el respeto y la familiaridad que se consigue al trabajar con Jorge Parra, se trabaja, se come, se bebe, se experimenta, se llega a la catarsis y a la desolación, al agotamiento también, pero con la absoluta confianza de saber que estamos en casa, en la opción artística elegida, en el lugar adecuado, y como grupo puedo decir que mientras estemos juntos no importara el lugar si estuviéramos debajo de un puente ya lo habríamos convertido en el mejor espacio artístico. Gracias por la experiencia de estos años.” (2021).

Jorge Parra

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