No siempre, creo que casi nunca. De hecho, simplemente comparto lo que creo, lo que me convoca y moviliza. Sólo abro el camino, seguramente estrecho y algunas veces sesgado de mis puntos de vista. Creo que uno baila lo que es y eso es un asunto personal, único e intransferible.
Más bien, siempre he encontrado una línea divisoria entre lo que enseño y lo que bailo, mis clases se construyen desde una óptica de formación, basadas en técnicas que yo misma revisé y reviso en mi proceso de aprendizaje, con la finalidad de aportar conocimientos básicos y técnicos a los bailarines.
Intento, además, una vez la base comienza a instalarse, preparar el terreno para la apropiación y uso de lenguajes que se vayan desarrollando de manera personal. Me interesa de sobremanera que los bailarines logren encontrar su manera de moverse y repelo, más bien, cualquier intento de repetición de patrones y técnicas adquiridas. Creo fuertemente en la necesidad del desarrollo de la particularidad y del carácter único del bailarín.